jueves, 28 de diciembre de 2006

Los celtas en la península ibérica


La cuestión celta

Al contrario que en otros pueblos protohistóricos, entre los celtas no se produjo nunca una concentración suficiente del poder político que nos habría permitido hoy deslindar los pueblos de origen celta de aquellos que no lo eran.
No es posible recurrir a una definición concreta. Deberemos atender a muchos y diversos factores a la hora de identificar a los diferentes pueblos de filiación céltica. Podremos fijarnos en cómo los definieron otros pueblos coetáneos, como griegos y romanos. Pero éstos no tenían el mismo interés compartimentador que tenemos nosotros, y muchas veces, por ejemplo, se limitan a nombrarlos con su propio nombre, sin adscribirlos a ningún otro grupo aglutinante.
También aspectos como la unidad lingüística, la raza, la similitud de los restos arqueológicos, una misma organización social, parecidos gustos artísticos, la religión,etc... son rasgos definitorios. El problema aparece, cuando determinados pueblos cumplen sólo algunos de los requisitos propuestos, o cuando ciertos aspectos de los mismos se nos presentan confusos, fruto del contacto con otras culturas y pueblos.
No obstante, y apuntada la polémica, creo que se puede convenir, sin pretensiones científicas, que el fenómeno céltico tiene sus orígenes en la emigración de un pueblo de origen germánico, que partiendo de las tierras comprendidas entre el mar Caspio y los montes del Cáucaso, se asienta en la Europa Central. Posteriormente sigue su periplo hacia el oeste, y seguramente gracias a su mayor desarrollo, va extendiendo su cultura, imponiéndola o yuxtaponiéndola a la de otros pueblos que va encontrando en su camino.
En este sentido puede ser aclarador V. Kruta: "En el apogeo de su poder los celtas ocuparon en Europa un enorme territorio que limitaba al Oeste con el Atlántico, de la Península Ibérica a las Islas Británicas, al norte con el reborde interior de la gran llanura septentrional alemana y polaca, al este por el arco de los Cárpatos y al sur por el litoral mediterráneo a partir de la costa catalana, la vertiente norte de los Apeninos y el borde meridional de la cuenca del Danubio antes de las Puertas de Hierro.
Sin embargo, no sólo estos territorios no tuvieron jamás una unidad política, sino que los restos hacen ver la irregularidad de la implantación céltica que en algunas zonas se superpuso a poblaciones anteriores, pero dejó también amplios enclaves a poblaciones que seguramente o con probabilidad no eran célticas."
Este es el contexto en el que deberemos analizar la presencia celta en nuestra tierra.

Los celtas en la Península Ibérica

La existencia de dos polos lingüísticos diferenciados entre los pueblos indoeuropeos de la península, uno más arcaizante en la región occidental frente a otro propiamente celta en la región oriental de la Meseta, divide las opiniones de los historiadores acerca del incuestionable proceso de celtización de la península. Los diversos autores no se ponen de acuerdo sobre el número de invasiones celtas, ni sobre las fechas de las mismas, ni sobre su carácter.
Tradicionalmente, el proceso se dividiría en tres fases fundamentales:


  1. La penetración de pueblos de origen indoeuropeo(no propiamente célticos, ¿ligures?) en el occidente peninsular, con anterioridad a la penetración celta, es un proceso tan oscuro como indudable.A partir del análisis lingüístico es indiscutible la existencia de un sustrato indoeuropeo anterior a la influencia céltica. Estos primeros aportes étnicos pueden remontarse a once siglos antes de nuestra era y se relacionan con la penetración de la metalurgia del bronce en la península. Con estos pueblos habrá que relacionar una lengua hablada en el occidente peninsular y que conocemos con el nombre de lusitana. Esta lengua presenta claras diferencias con las de origen céltico, aun procediendo ambas de un tronco común, lo que explicaría las coincidencias entre las dos lenguas.

  2. Entre los siglos IX y VIII a. de J.C. se producen las primeras penetraciones celtas propiamente dichas, extendiendo la llamada "cultura de los campos de urnas" sobretodo por Cataluña y el valle del Ebro, aunque también por la meseta y el noroeste peninsular.

  3. Pero es a partir de los siglos VI y V a. de J.C. cuando la celtización se hace más intensa y ya para el siglo IV, los geógrafos e Historiadores latinos distinguen en el espacio peninsular a los elementos no indígenas con el nombre de keltoí y céltici.

Otros autores, más modernos, sostienen básicamente que el proceso de celtización es un fenómeno que se produce de forma continua a lo largo del primer milenio antes de nuestra era. Estaría inmerso en el propio carácter nómada de los pueblos que habitaban el suroccidente europeo en la protohistoria, y en definitiva el fenómeno no estaría sujeto a determinadas oleadas invasoras sino que sería fruto del ir y venir de muchos y variados pueblos de origen indoeuropeo a lo largo del milenio en cuestión. Estos historiadores se basan fundamentalmente en la continuidad cultural que aportan las más recientes excavaciones arqueológicas. No parecen existir cambios bruscos en la cultura de los pueblos en cuestión, lo que parece debería ocurrir si hubieran sido objeto de diversas invasiones.

En definitiva, el núcleo del problema estaría en hacer coincidir los datos lingüísticos con los arqueológicos. Labor que todavía está pendiente, hasta donde yo sé.

De cualquier forma y como conclusión podemos apuntar las palabras de García y Bellido: " en líneas generales la arqueología, la lingüística y los datos históricos coinciden en darnos el testimonio de que a una población indígena se superpuso una población formada por elementos centroeuropeos que en el siglo IV a. de J.C. se distribuyen, como estos mismos testimonios manifiestan, por las dos mesetas, Aragón, Portugal y Galicia, con pequeños enclaves en Andalucía, Levante y Cataluña".

Los pueblos

Empezaremos por el noroeste, donde nos encontramos con los galaicos, que ocupaban una zona más amplia que la Galicia actual bajando por el sur hasta el Duero y por el este hasta el Navia. Continuando por la costa estarían los astures, que también ocupaban una región mayor que la actual Asturias y asimismo bajarían hasta el Duero. Cruzando el Sella se encontraban los Cántabros que lindaban con el río Asón, a partir del cual habitaban autrigones, caristios y várdulos, que a su vez limitaban por el este con el pueblo vascón y al sur con los turmódigos. Volviendo otra vez al Atlántico, al sur del Duero se situarían los lusitanos que limitaban al este con vacceos y vetones, los cuales limitaban a su vez por oriente con La Celtiberia que lindaba al nordeste con los berones que podemos situar en la actual Rioja.
Esta descripción debe considerarse sólo en un aspecto geográfico, ya que estos pueblos nunca tuvieron una estructura política que nos permita considerarlos como tales.

Continúa en "La cultura castreña"

domingo, 24 de diciembre de 2006

Patético

Recogido de El Mundo:

"Al malestar ciudadano con las administraciones ha contribuido de forma decisiva el verdadero mes horrible vivido por el patrimonio leonés, con el desplome, no sólo de dos gárgolas de la Catedral leonesa, sino también de dos bloques de piedra de la Muralla y la Colegiata de San Isidoro.
El hundimiento de un ábside del monasterio mozárabe de San Miguel de Escalada, del siglo X, es, hasta el momento, el último capítulo de una cadena de sucesos que ha abierto en León un intenso debate sobre el estado de sus monumentos y el grado de celo puesto en su conservación
."

Sin comentarios.

Sobre algunas tradiciones navideñas

Uno, que es partidario de mantener las tradiciones antiguas, se siente reconfortado al comprobar que la tradición belenística es más antigua, y más bonita añado yo, que la del árbol de navidad:

"ÁRBOL CONTRA BELÉN

Cinco siglos de rivalidad

El primer árbol de Navidad del que hay constancia apareció en Alsacia en el siglo XV. La rivalidad con el belén, un elemento que entonces tenía ya siglos de antigüedad, comienza con la Reforma de Lutero, que lucha contra los belenes como muestra de idolatría e impulsa el árbol en el mundo protestante. Poco a poco, los belenes, que hasta entonces se habían centrado en las figuras del portal y los Reyes Magos, incluyen a los pastores y a los representantes de todo tipo de oficios. Es la forma de la Iglesia de intentar popularizar esta representación religiosa."

Otro tanto se podría decir de la novedosa costumbre, en estas tierras, de dar los regalos a los niños el día de Navidad. Recuperemos la magia de los Reyes Magos. Amén.

sábado, 23 de diciembre de 2006

Obertura de "Los esclavos felices" de Juan Crisóstomo Arriaga

Aqui tenéis una versión de la obertura de "Los esclavos felices", compuesta por el bilbaíno Juan Crisóstomo Arriaga e interpretada en esta ocasión por la Orquesta de la Capilla de Música de la Catedral de Bilbao.

viernes, 22 de diciembre de 2006

La infanta Elvira, hija de Alfonso VI de León

En los últimos años de la década séptima, o principios de la octava, del siglo XI, debió nacer la mujer objeto de esta sucinta biografía, sin que podamos datar el acontecimiento con seguridad. Tampoco se tienen muchas certezas sobre el lugar de su nacimiento, aunque muy probablemente sucedió en el pequeño pueblecito berciano de Rimor, pues el lugar parece que fue residencia habitual de su madre, Dª Jimena Muñiz.
Elvira fue el fruto de las relaciones que Alfonso VI de León mantuvo con esta noble berciana, al igual que lo fue Teresa de Portugal, su hermana. El concubinato entre la dama y el rey, debió producirse en las fechas que median entre dos de los matrimonios del monarca, los que se dieron con Inés y Constanza, madre esta última de la reina Urraca de León. Este dato permite a D. Augusto Quintana Prieto datar aproximadamente la fecha de nacimiento de nuestra infanta en el año 1.079, aunque con las mencionadas reservas.
Parece que fueron éstos los años más "fecundos" del monarca, quien a pesar de los esfuerzos, no consiguió engendrar heredero varón, ni con las bendiciones de la Iglesia, ni a su libre albedrio.
A la tierna edad de siete u ocho años, la infanta fue dada por su padre en matrimonio. El afortunado novio se llamaba Raimundo, conde de Saint Gilles, y futuro conde de Tolosa (Francia), condado que heredará a la muerte de su hermano mayor, Guillermo IV. Este Raimundo era uno de los nobles galos que habian colaborado con el monarca de León en el infructuoso asalto a Tudela del año 1.087. El mancebo arrastraba unos 46 años a sus espaldas cuando recibe la mano de la infanta leonesa, y ya había enviudado dos veces para entonces.
Si bien desconocemos cuándo tuvo lugar el enlace matrimonial efectivo, si sabemos, que en el año 1.095, Elvira, una adolescente de alrededor de 16 años, reside con su marido en el castillo de Saint Gilles. Allí será la anfitriona del Papa Urbano II. El pontifice se albergará en la fortaleza condal durante su viaje al famoso Concilio de Clermont, desde donde lanzará las primeras suflamas convocando a los cristianos a la conquista de Tierra Santa. Tras el Concilio, el incitador, vuelve a cobijarse algún tiempo en la morada de la infanta leonesa, planeando, muy posiblemente con el consejo del conde Raimundo, las estrategias y demás detalles de lo que será la Primera Cruzada.
Al año siguiente, más concretamente, en el mes de Octubre del año 1.096, parte nuestra dama hacia Oriente, acompañando a su esposo y sus mesnadas. Con su marido llegará hasta Constantinopla y visitará al Emperador; y desde allí partirá con él a la conquista de Nicea y Antioquía; juntos los dos, atravesarán las tierras de Palestina, llegando a Jerusalén, meta de su viaje. Tras la toma de la Ciudad Santa, sucedida el 15 de Julio de 1.099, y a pesar de ser elegidos como reyes, rehusan ocupar el trono de las nuevas tierras conquistadas, por lo que será Godofredo de Bouillón quien tomará el liderazgo de la causa cruzada, asumiendo el título de "Defensor del Santo Sepulcro".
Tras diversos avatares por Tierra Santa, hacia el año 1.100, la vida de los magnates, sobretodo en lo referente a nuestra infanta, se centrará en la ciudad de Laodicea, cuyo gobierno comparte el matrimonio con el Emperador. Allí permanecerá Elvira, al mando de las tropas condales, mientras Raimundo viaja a Constantinopla. Allí recibirá nuestra dama al futuro rey Balduino, hermano del ya difunto Godofredo, en su viaje a Jerusalén para ser entronizado. Allí deberá defenderse, en ausencia de su esposo Raimundo, de los ataques de Tancredo, gobernador de Antioquía. Y allí, cuando corría la primavera del año 1.102, volverán a reunirse los esposos . En esta ocasión, los planes de la pareja se centrarán en la creación de un nuevo condado particular con base en Trípoli. Abandonan Laodicea, facilitando así su posterior conquista por Tancredo, y dirigen sus pasos a Tortosa, estableciéndose en ella tras su conquista.
Las dificultades que presentaba la toma de Trípoli, deciden al conde a cerrar el paso a la ciudad por tierra, para lo que construye un gran castillo no lejos de la población. La fortaleza se terminó de levantar en la primavera del año 1.104, y pasó a ser la residencia de los condes. Recibirá el nombre de Castillo de los Peregrinos, si bien los musulmanes siempre la conocieron como castillo de Saint Gilles, en honor de su dueño.
En este castillo verá la luz, en el año de 1.103, el único hijo de la pareja , Alfonso, que recibirá el nombre en recuerdo de su abuelo leonés. Cuenta la tradición que recibió el apellido de Jordán en honor al río en el que recibió el bautismo. No obstante, parece ser que también un pariente suyo, Guillermo Jordán, el que será en el futuro su tutor, llevaba este mismo apellido, y no se lo debía al famoso río Jordán, sino a la Isle Jourdain , localidad próxima a Toulouse. Será por tanto con el nombre de Alfonso Jordán como lo conoceremos, y con este nombre le veremos actuar en diversos momentos de la historia leonesa y europea, pero esta sería otra biografía, que a su vez nos abriría el camino a otras, pues de los descendientes de Elvira, por esta linea de Alfonso, tenemos los gobernantes más relevantes del sur de Francia en la época, e incluso de su sangre nacerá alguno de los caudillos más relevantes del Islam.
El mismo castillo de los Peregrinos será también testigo, dos años después, de la muerte del conde Raimundo, el cual no había conseguido todavía conquistar Trípoli, quedando la labor pendiente de ejecución hasta 1.109, año en que la ciudad caerá bajo el dominio de su hijo Beltrán.
Los sucesos posteriores a la muerte del conde y relacionados con su herencia, motivarán la vuelta de Elvira, acompañada de su hijo Alfonso Jordán, a sus posesiones en el sur de Francia. La infanta y su hijo llegan a Toulouse en el año 1.108; comienza una nueva etapa en la vida de la condesa, a la que todavía queda una larga vida por delante.
Curiosamente, la llegada de la infanta Elvira a Toulouse, coincide con las primeras noticias que tenemos de Caballeros Sanjuanistas en tierras de la Península Ibérica. Saint Gilles será uno de los primeros asentamientos estables de la Orden en Europa, y será el punto de origen de los primeros caballeros que acceden a la Península. Saint Gilles será, además, la sede del Priorato que gobernará las posesiones hospitalarias en España hasta la creación del priorato de Castilla y León en 1.135. No he podido establecer la relación que pudo existir entre la infanta y la llegada de la Orden del Hospital a los reinos de España, pero pienso que ambos hechos deben estar relacionados.
Poco se sabe de la vida de la infanta Elvira en estos años, hasta que volvemos a tener noticias suyas en 1.115, cuando aparece como una de las asistentes al Concilio de Oviedo, celebrado en este año. A partir de este momento, la vida de nuestra dama transcurrirá, hasta donde sabemos, íntegramente por tierras del reino de León. Será mandante, siguiendo los pasos de su madre, en Bolaños, Castroverde, Villarejo, Ribera y otros lugares, hecho bastante infrecuente para una mujer de la época.
Pero lo más interesante, en esta segunda etapa de la vida de Elvira, entronca directamente con el mejor de los relatos de la prensa del corazón. Sabemos que tuvo tres hijos tras su viudez, Garcia, Diego y Teresa, y tambien conocemos el nombre de su padre: Fernando. No obstante, en lo que no se ponen de acuerdo los autores es sobre la filiación del tal Fernado. Para unos sería un amante compartido con su hermana Teresa de Portugal, D. Fernando Pérez de Traba; para otros, Fernando Rodríguez de Malgrad, el cual sería su esposo, y en fin , para otros, un gallego llamado Fernando Fernández. Sea quien fuere, lo cierto es que el personaje está envuelto por un halo de misterio, no aparece casi nunca en los diplomas junto a la infanta y es más bien poco lo que podemos contar de él y de su convivencia con Elvira, cuya vida va a transcurrir estos años, plácidamente, alrededor de la corte leonesa, primero con su hermana Urraca y después con su sobrino Alfonso. La abundante documentación en la que aparece, así nos lo confirma.
Como hecho más sobresaliente, en estos años de su vida leonesa, cabe destacar la fundación del monasterio de Santa María de Toldanos, hacia 1.150.
Murió la infanta Dª Elvira un día 30 de septiembre, como rezaba su epitafio, sin que podamos, otra vez, asegurar el año, que tuvo que ser 1.157 o 1.158. La infanta fue enterrada en el monasterio de Sahagún, junto a su padre Alfonso. Su sepultura ha desaparecido, pero testigos que la vieron nos han trasmitido su descripción. En ella se hallaban esculpidas las imágenes de Cristo y los apóstoles con libros entre las manos, y llevaba grabado en letras lombardas el siguiente epitafio: "El día 30 de septiembre falleció Elvira, infanta, hija del rey Alfonso, que conquistó Toledo; la cual regaló una cruz de oro y edificó la capilla de Santa María e hizo otros muchos beneficios. Descanse en paz su alma, amén."
De su descendencia hispana, la linea que más relevancia va a adquirir será la que se sigue de Teresa, quien desposará con Osorio Martinez y será el origen de los Osorio Villalobos, futuros detentadores del Marquesado de Astorga.
Este trabajo es un resumen del monográfico que sobre la dama escribió D. Augusto Quintana Prieto

domingo, 17 de diciembre de 2006

J.S. Bach y su “Concierto Italiano” BWV 971


J.S. Bach


Nace en Eisenach el 21 de Marzo de 1685. Durante generaciones toda la familia Bach se dedicó de una manera u otra a la música, por lo que no es de extrañar la pronta afición de este compositor por ella. Decir Bach en aquella ciudad era decir Música..
De la biografía de Bach se conocen sus múltiples desplazamientos y mudanzas a lo largo de su vida, algunos de ellos a pié, ya que este compositor fue un gran amante de las larguísimas caminatas. Uno de sus primeros destinos, con 15 años, fue Lüneburg, donde tras ganar un concurso de organistas ve como el premio de la plaza es adjudicada a otra persona por determinadas influencias, hecho que le perseguiría a Bach posteriormente en circunstancias similares. Tras pasar durante unos meses al servicio del Duque Johann Ernst, consigue por fin un trabajo como organista en 1703. Pero las exigencias y los límites que el duque le imponía en su faceta creadora, le obligan a cambiar el puesto por otro similar en Mühlhausen, en 1714. Hasta ahora Bach se dedicaba sobre todo a componer decenas de obras religiosas (Cantatas) para su interpretación en los oficios dominicales. Pero razones similares a las anteriores, le influyeron a la hora de tomar la decisión de marcharse de este puesto de organista de corte, y se instala en Cöthen en 1717 al servicio del príncipe Leopold.
Por fin nos encontramos con algo de estabilidad en la vida de Bach, donde parece que encontró su lugar perfecto para el desarrollo de su música. Además, debido al entendimiento entre el noble y el músico, Bach pudo dedicarse ahora a investigar y componer obras no religiosas como los Conciertos de Brandenburgo, Sonatas para violín solo, Suites para celo, El Clave Bien Temperado, donde se inclina en la investigación tonal demostrando la gran perfección técnica con la que Bach ha pasado a la historia.
En 1720, muere su primera esposa, Maria Bárbara, con la que había tenido 7 hijos. Pronto Bach se casó con la cantante Anna Magdalena Wilcke (enamorada de la música de Bach), a la que conoció tras un recital de órgano de Bach con la que Anna Magdalena quedó sobrecogida. Tuvieron nada mas y nada menos que 13 hijos.
Pese a su bienestar en la corte de Leopold, Bach decide trasladarse a Leipzig en 1723 para estar al lado de sus hijos y ayudarles musicalmente. Aquí se hace 'Kantor' (denominación alemana del cargo directivo musical) y organista de la Iglesia de Santo Tomás, y además compone como profesor para un colegio musical varias obras.
Bach empezó a tener problemas de visión, y fue operado dos veces de los ojos. Tras perderla totalmente, Bach agonizaba, y tras sufrir una rápida mejoría, murió el 28 de Julio de 1750, sin la mayor consideración ni reconocimiento.
Hubieron de pasar décadas para que el músico fuese valorado merecidamente.


Concierto Italiano en Fa mayor BWV 971


Esta obra forma pareja con la Overtura en estilo frances, BWV831, dentro de la edición de Nuremberg de 1735 de la segunda parte del Clavierübung. Fue escrita en Leipzig en 1735 y en ella se pretende sintetizar la claridad melódica italiana con el rigor estructural. Para ello Bach plantea un concierto para clave del que imaginariamente se hubiera suprimido el acompañamiento o, en una visión contraria, la reducción para teclado de una inexistente obra orquestal con solista.
No hay indicación de tempo para el primer movimiento, en la tonalidad de principal de Fa mayor, pero a de ser rapido. Se producen en este pasaje las caracteristicas principales del concierto vivaldiano, con la sucesión de tutti y solos. En la parte central, un cantable Andante en Re menor, Bach preescribe forte para la melodía y piano para el bajo, lo que, sin perder su naturaleza eminentemente teclista, imita un solo de violín sobre el fondo del resto de la cuerda. Con el Presto final, que regresa a Fa mayor, se retoman los tutti y los solos propios del concierto.
Como aparece en el parrafo anterior, en el primer tiempo y en el tercero, se observan las caracteristicas del concierto vivaldiano, como veremos en el análisis.
En el primer movimiento, en Fa mayor Bach indica cambios de dinámica, para imitar el efecto de la alternancia entre orquesta y solistas. El tema de este movimiento aparece varias veces en distintos tonos, y entre estas partes, se intercalan unos desarrollos que podrian considerarse como virtuosísticos. Por medio de estos “puentes”, Bach consigue modular para volver a repetir el tema de este primer tiempo. El material temático de estos pasajes es diferente al del tema, aunque en alguna ocasión lo utilice para dar coherencia a la modulación.
El segundo movimiento, en Re menor, se concentra en desarrollo de la melodía, aunque el bajo tenga bastante importancia, ya que las terceras cumplen un papel melódico importante, por lo que proporciona a este tiempo una armonía bastante rica y cantabile. Mientras que la melodía realiza melismas largos y cambios de acentuación, el bajo armónico, salvo en las cadencias, se mantiene en corcheas a lo largo de todo el movimiento, realizando un contrapunto magnífico.
El tercer tiempo, cumple las mismas características formales, si bien desde el punto de vista del interprete, requiere una mayor técnica, ya que su dificultad de ejecución es mas eleveda que la de los dos movimientos anteriores. Se repiten los cambios de dinámica, asi como la utilización de puentes para modular el tema, si bien estas partes de desarrollo en varias ocasiones recogen más material del tema.

sábado, 16 de diciembre de 2006

¿Un Baphomet en Carranza?


Enclavado en la comarca de Las Encartaciones, Carranza es el municipio vizcaíno más extenso, así como el más occidental de la provincia, excepción hecha de la pequeña villa de Lanestosa. El caserío del municipio es muy disperso y se organiza en parroquias o feligresías independientes, formándose alrededor de las iglesias matrices pequeños nucleos de población más densos. Quizás algunos de vosotros tengais noticias del pueblo, pues aparece citado en las Crónicas de Alfonso III, donde se nos dice que estas tierras, junto con otras, fueron repobladas en tiempos de Alfonso I.
Desde hace algunos años se están realizando obras de mantenimiento y conservación en las iglesias del municipio, las cuales están siendo aprovechadas para realizar los pertinentes estudios arqueológicos, con resultados bastante positivos hasta la fecha. Lo que os voy a contar aquí tiene relación con los trabajos realizados en una de estas iglesias, concretamente con la de San Miguel de Ahedo.
La fábrica del actual edificio eclesial corresponde al S.XVII, si bien la Iglesia está documentada desde al menos el S. XV como Monasterio de San Miguel de Ahedo, el cual tenía Lope Ochoa de Mendieta por "Dos mill y Duzientos" maravedises (año de 1.416), aunque siempre se le ha supuesto una mayor antigüedad, hablándose incluso del S.VIII en una ejecutoria de nobleza, según nos cuenta, con todas las reservas, el señor Labayru en su Historia de Bizcaya.
Pues bién, en esta Iglesia, en la pared correspondiente al trasaltar, y mirando al exterior, se hallaba empotrada una piedra, rudamente esculpida y muy deteriorada, que los arqueólogos se proponían desmontar ante la sospecha de su antigüedad.
La imagen representada en la misma, atribuida por la jerarquía eclesiástica local a Judas, era tradicionalmente apedreada por los niños y los vecinos más airosos del pueblo, el día de Viernes Santo, formando parte la lapidación de la correspondiente procesión de rigor en día tan señalado. Ni que decir tiene que la chiquillería, nunca muy respetuosa con las normas, no tardaría mucho en hacer laborable lo reservado para fiestas de guardar, y más cuando todo el pueblo sospechaba que no era tal el Judas, sino el mismo Diablo. En estas circunstancias, y teniendo en cuenta que la piedra ocupa este lugar desde el S.XVII, el deterioro de la escultura parece más que justificado.
La piedra se desmontó de su ubicación el día 28/10/2002, y la sorpresa de los que allí estaban fue mayúscula. Se trataba de una pieza de sección triangular, por lo que presentaba tres caras, quedando a la vista en la pared sólo la ya mencionada. Las otras dos caras de la talla presentaban un estado de conservación muy bueno, ya que habian permanecido protegidas de la intemperie y de la fina puntería vecinal. La descripción de la pieza, en sus dos caras ocultas desde las obras del S.SVII hasta la actualidad, se la dejo a un personaje que al parecer pudo verla sita en el lugar para donde fue pensada. Se trata de D. Francisco de Mendieta que, en el S.XVI, escribió lo siguiente:
"De todas las Iglesias de los Valles de Carranza y tierras de las Encartaciones de Vizcaia solamente la de S. Miguel de Haedo en Carranza an querido dezir algunos haber sido monasterio de etemplarios porque dos Cavalleros o freiles que fueron de aquella orden estan sepultados en la Capilla rnaior de ella cuias figuras estan esculpidas en habito de Cavalleros con sus espuelas calzadas y con capillas de freiles, pero no por eso sea de entender ser asi sino que Un hixo de Sancho Sanchez de Carranza Sr. de la Casa y Solar de Carranza que aora se llama de Olar de monasterio fue Cavallero del Temple y quando fue desecha se recoxio alli en casa de sus Padres con otros dos companeros de la misma orden y vivieron alli recojidos como en monastero que por haber vivido en monasterio aquellos Cavalleros y de aqui nacio el herror de tenerle por de templarios que no lo fue como parece de autos..."
De todas formas, y como dicen que vale más una imagen que mil palabras, os adjunto una foto de las tres caras de la pieza.
Los entendidos vizcaínos que han observado la pieza, la catalogan como románico tardío y tienden a datarla hacia el S.XIII, fecha que vendría a coincidir, más o menos, con lo que nos cuenta Mendieta. Por otra parte, los expertos en románico de la Fundacion Santa María la Real de Aguilar de Campó que han sido consultados, y que han visto la pieza en fotografía, apuntan hacia finales del XII o primeras décadas del XIII como fecha de realización de la obra y la vinculan, con pocas dudas, a los talleres tardorrománicos que trabajaron en los valles burgaleses de Mena y Losa en las últimas décadas del S.XII. Representativa de esta escuela sería la Iglesia de San Pantaleón de Losa (Burgos), de la cual podeis observar en Celtiberia.net algunas imágenes, aunque parece que presenta mayores semejanzas con el trabajo de la Iglesia de Santa María de Siones. Sea como fuere, lo que si está claro, es que la pieza se ha constituído como la de mayor calidad del románico vizcaíno.
Hasta el día de hoy, aunque la tradición local atribuía la tantas veces lapidada imagen a Judas o Satanás, como ya os he dicho, diversos expertos que la observaron, entre ellos D. Manuel Gómez Moreno, dieron diversas interpretaciones a la escultura, desde figura femenina con velo, según D. Manuel, a San Miguel Arcángel, por otro lado advocación de la Iglesia, pasando por no definirse al respecto.
De cualquier manera, yo me hago algunas preguntas, ¿qué motivos podrían aducir los lugareños para tratar tan desconsideradamente la imagen de haber tenido ésta un aspecto angelical en origen?. De otro lado, ¿hubo algún motivo para dejar al descubierto esta representación y no cualquiera de las otras dos? o por el contrario, ¿fue un hecho aleatorio y sin intencionalidad?. En cualquiera de estos casos, ¿la idea de la lapidación surgió espontanea del pueblo? o más bien, ¿fueron los representantes de Dios en aquellas tierras los impulsores de la idea?.
Desde luego, el estado actual de la imagen admite muchas dudas de interpretación, pero no debía ser éste su estado cuando fué aposentada en la pared. Por eso, yo me inclino a pensar, que en su estado original, la piedra no debía representar nada agradable a los ojos de los primeros que la apedrearon.
En fin, como tantas veces, los templarios envueltos en asuntos misteriosos, y uno que no cree demasiado en estas cosas esotéricas, debe reconocer, como buen casi gallego, que haberlos haylos.

martes, 12 de diciembre de 2006

Mikeldi, ¿un verraco extraviado?


El habitualmente conocido como "Ídolo de Mikeldi" es una representación característica de verraco, con la particularidad de que entre sus patas sujeta un peculiar disco sobre el que en su día pudieron verse perdidas escrituras, supuestamente en caracteres prerromanos. La pieza, que hoy se expone en el patio del Museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco, fué encontrada en los alrededores de la villa de Durango (Bizkaia), junto a la desaparecida ermita de Mikeldi. La escultura está realizada en piedra arenisca, procedente de las cercanas canteras de Gailandia (Iurreta), y de una sola pieza. En el lado derecho presenta una serie de perforaciones o cazoletas a las que se atribuyen un carácter mágico-religioso. Se data en la II Edad del Hierro, no existiendo nada parecido en todo el pais vasco y áreas limítrofes. Sólo es posible relacionarlo con los verracos del área meseteña.
El idolo es conocido desde antiguo, y así Gonzalo de Otalora, en el S. XVII, al ocuparse de las antigüedades de la Merindad de Durango, nos hace la siguiente descripción del mismo:
"... se halla y ve una gran piedra, así monstruosa en la forma, como en el tamaño, cuya hechura es una Abbada o Rinoceronte, con un globo grandísimo entre los pies, y en él tallados caracteres notables, y no entendidos, y por remate una espiga dentro de la tierra. Está en campo raso (causa de mostrarse deslavado) .No se tiene memoria de él, si bien corre por Idolo antiguo ".
También el P. Flórez nos habla de él en el S. XVIII, aunque nada dice ya sobre la inscripción, que probablemente se habría borrado.
La pieza posteriormente debió quedar sepultada, pues así la encontraron Juan E. Delmas y el señor Trueba cuando fueron a verla y desenterrarla. Así nos narra Delmas la peripecia:
"El día 10 de abril de 1864, el insigne literato D. Antonio Trueba y el autor de este libro se dirigieron a Durango con el objeto dc saber lo que era el ídolo de Miqueldi. Lo hallaron enterrado en el sítio que aquí se menciona, expuesto a ser mutilado por las ruedas de los carros que atravesaban la senda, como ya habían rozado ligeramente el lomo del animal que representa. A fuerza de diligencia lograron descubrir una parte de la informe escultura, dejando de proseguir sus investigaciones por carecer de medios suficientes para el caso. Manifestaron su deseo al Sr. D. Gervasio de Jáuregui, su amigo y alcalde dc la villa, quien, con un exquisito celo que revelaba su amor por la conservación de objeto tan curioso, puso a su dlisposición varios operarios para que sc encargasen de desenterrarlo. Citados todos para la madrugada del siguiente día, se cayó la tierra y salió a luz el ídolo; se le colocó en su verdadera posición, fué copiado y se le trasladó al lugar en que hoy se encuentra. Mide 6 pies y 9 pulgadas desde la cabeza hasta el extremo posterior opuesto, y 4 en la base: 4 pies y 7 pulgadas verticalmente en el centro, y 5 pies desde la base hasta la parte superior del cuello. El grueso del cuerpo, I pie y 6 pulgadas; la cadera, I pie y 6 pulgadas, y la misma medida la parte más ancha de la cabeza. El globo, que es perfectamente circular, tiene 2 pies y 7 pulgadas dc diámetro. Según un cálculo prudencial dc los hombres que lo removieron, su peso no baja de 200 arrobas. La calidad de la piedra es arenisca, al parecer dc las canteras de Yúrreta, distantes media legua del punto en que fué hallado".
La piedra volvió a ser desenterrada en el año 1.896 y trasladada al Museo Arqueológico en el año 1.920, lugar donde ha permanecido hasta la actualidad.
El Mikeldi que aparece en la foto es una copia exacta del original y puede verse en Durango.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Sobre el nombre de "Las Encartaciones"

“Las Encartaciones” es una comarca de la provincia de Bizkaia, la más occidental, que linda con Cantabria al oeste y con Burgos y Álava por el sur. ¿Pero de dónde le viene a la susodicha este nombre?
No puedo dar una contestación segura a esta pregunta, pues hasta donde yo sé, no se tiene noticia documentada del origen del nombre "Encartaciones". Etimológicamente la palabra es de una clara raiz romance, por lo que deberemos buscar su origen más antiguo en algún tipo de institución altomedieval.
No obstante, puedo decir que el nombre se documenta por primera vez a finales del S. XIV, cuando se trasladan a papel sus fueros: "....porque los buenos de las Encartaciones con yusticia quieren vivir; pero por los fueros antiguos no ser reducidos a escritura son olvidados y han usado algunos...".
Citaré algunas de las interpretaciones que se han dado al término "Encartaciones":
Landeras Puente dice que las Encartaciones tomaron este nombre en tiempo del Rey don Alonso el Casto que falleció el año de 843, por causa de que su sobrino el Conde don Flabio, llamado vulgarmente el Conde don Rubio, habiendo llegado al valle de Salzedo y poblado la casa de Arangoiti, por algunos disgustos que tuvo con el citado Rey, procedió en rebeldía llamando a él y a los de su parcialidad Encartados, pero duda el P. Henao que de esto se originase el verbo Encartación, y si hubo tal Conde don Rubio retirado a la tierra de las Encartaciones, sería en tiempos posteriores al Rey don Alonso el Casto.
Según el Derecho de Castilla ( recuerdo que estas tierras se corresponden con las primeras repoblaciones efectuadas por Alfonso I, según nos dice La Cronica de Alfonso III ), "Encartación denota tierra o lugar, cuyos moradores "reconocen libremente" a uno por Señor (
behetría), con pensión de acudirle con algo, para que les defienda y gobierne conforme a "sus fueros"".
De la misma opinión es el antiguo Diccionario de la Lengua Castellana (Utilizado tanto por
Iturriza como por Delmas), que nos dice:"El señor con quien la Encartación se unió por carta (como se llamaba antiguamente a la Escritura o pacto bilateral) fue Vizcaya. De ésta había formado siempre parte integrante aquella comarca pero para poner término a las frecuentes cuestiones que con ella tenía celebraron carta de común acuerdo y de aquí se originó el nombre de Encartación o Encartaciones y no como se ha supuesto, de haberse establecido allí ciertos caballeros huídos del reino de León y encartados o llamados por edictos en esta última tierra".
En este sentido, puedo aportar también la opinión de D. Angel de los Rios, quien en su libro Noticia Histórica de las Behetrías, del año 1.876, nos dice:
“... Con más fundamento podríamos establecer otra clase de behetría, cual era la encartación, palabra y aun cosa que ha llegado hasta nosotros en las Encartaciones de Vizcaya.
Ordenamiento de Nájera de 1138. incorporado en el de Alcalá de 1348, donde aparece claramente que la encartación era una behetría fundada o reformada bajo condiciones ciertas, consignadas en una escritura solemne o carta. de donde vino el nombre de encartación:
Toda encartación que sea fecha del Sennor cuyo fuere el logar de la encartacion, si los fijos o nietos o dende ayuso non les guardan lo que fuere puesto en la encartación de sus antecesores... que se puedan tornar de otro Sennor que fuere natural de aquella encartación. Pero si en alguna o algunas Cartas de las Encartaciones fuere contenido que el Rey debe haber algún derecho en la encartación... que sea guardado al Rey su derecho, segunt que en la carta de la encartación se contiene (Ley XII, tít. XXXII del Ordenamiento de Alcalá).”

Sea como fuere, el caso es que la susodicha carta no se ha encontrado, aunque yo creo que bien pudiera sospecharse de su pretérita existencia. Por otra parte, lo que si parece indudable es la existencia de un particular ordenamiento jurídico en las encartaciones, que les dotaba de jurisdicción propia, no sometida al
Señorio de Vizcaya, como atestiguan los numerosos conflictos que ambas instituciones mantienen a lo largo de la historia.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Laiak (Layas)


Hubo un tiempo en que la tierra era la madre nuestra. En aquel tiempo no era fácil conseguir que nos diera sus frutos. El hombre debía dejarse el alma, los riñones y hasta la vida para hacerla parir. Por eso la amaba tanto.
Las layas son un instrumento de labranza que suplía la labor del arado. Se hincaban en la tierra, posteriormente se hacía palanca, y de esta forma se lavantaba la tierra. La labor se realizaba en grupos de tres o cuatro personas, colocándose en el centro las más débiles.
Posteriormente, la tierra así levantada se debía macear para romperla y dejarla suelta y lista para la siembra.
En el País Vasco, todavía a principios del siglo XX se layaba.