martes, 16 de septiembre de 2008

¿Era impresionista Vivaldi?

Cuando pensamos en el impresionismo musical, nos vienen a la cabeza artistas como Ravel, Debussy, Albeniz o Satie. En sus obras, estos artistas trataban de reproducir mediante los timbres de los instrumentos y las melodías, sensaciones y momentos concretos, así como los cuadros de Cezanne o Manet tratan de captar un instante concreto de la realidad. En cierta forma también eran simbolistas, ya que esa finalidad impresionista la buscaban por medio de figuras o “leitmotivs” melódicos; pero esta distinción nos daría para escribir otro artículo.

Para ver un ejemplo de lo que eran capaces de sugerir estos compositores, he elegido el cuarto movimiento de la suite de RavelMa mere l'oye” (mi madre la oca), una obra que trata de recrear distintos cuentos infantiles; en el caso del cuarto tiempo, se trata de la historia de la bella y la bestia (“Les Entretiens de la Belle et de la Bete”) . El movimiento empieza con el suave sonido del clarinete y la base de cuerdas y vientos representando a la bella, como si se estuviese dirigiendo al castillo de la bestia. Pero en el minuto 1:06 irrumpe el contrafagot con los disonantes pizzicatos de la cuerda, representando la rudeza y fealdad de la bestia: mientras la armonía de la bella era suave y delicada, esta es dura e intrigante. La flauta, el oboe y el clarinete retoman el personaje de bella utilizando para ello partes de su tema..

Desde el minuto 2:00 hasta el 2:12 se acumula una gran tensión, una incertidumbre, simbolizando el dolor agonizante de la bestia por el abandono de su amada. Al resolverse la tensión, se entrelazan los dos temas, recordando el intento por parte de bella de revivir a la bestia. La tensión va a volver a acumularse en el minuto 3:00, pero esta vez la resolución va a ser más positiva: por medio de un glissando del arpa, la bestia se va a transformar en un bello príncipe, simbolizado por los armónicos del violín solista. Al final del movimiento, las disonancias van a recordar la antigua naturaleza de bestia del príncipe, pero finalmente el acorde perfecto mayor nos va a dar la seguridad de que la bella y la bestia vivieron felices y comieron perdices.



Pero, ¿no hizo Vivaldi algo parecido en su serie de cuatro conciertos para violín conocidos como “las cuatro estaciones”? En el verano nos representa la aridez del clima, incluyendo al final del concierto una tormenta con sus truenos y aguaceros. En la primavera nos recuerda el florecimiento de las plantas o el despertar de los pájaros. En el invierno, nos da cuenta de lo lento que pasa el tiempo, sin olvidar las ventiscas. En el otoño, trata de plasmar una estampa bucólica donde los agricultores y los pastores aprovechan los últimos días de calor antes de que llegue el invierno.


Vivaldi: The Four Seasons--LEstate [Summer] - Vivaldi
Spring - Vivaldi
The Four Seasons - Vivaldi
WINTER - VIVALDI

Vamos a centrarnos un momento en el invierno. El concierto empieza con unas disonancias que consiguen crear una tensión similar a la calma que precede a las tormentas, hasta que caen los rayos, rompiendo por momentos la calma. Finalmente, la tensión acaba explotando en una terrible ventisca. Por un momento parece que la tormenta no es tan importante, pero la nieve acaba cayendo. En el segundo movimiento, no es difícil imaginar a alguien viendo como van precipitándose los copos, simbolizados con los pizzicatos. El último movimiento es otra representación de la explosión de la tormenta.

En todos los conciertos sucede una historia similar. Si miramos la partitura, el propio Vivaldi en algunas ocasiones deja anotaciones para que el ejecutante sepa lo que quiere representar la música. Esto nos puede recordar a las explicaciones que músicos como Ravel o Debussy dejaban en sus composiciones. Como vemos, aunque casi 200 años separan estos dos periodos, Vivaldi también sabía crear atmósferas sensaciones, que muchas veces nos recuerdan a una música más contemporánea.

Por supuesto, hay que tener en cuenta que Vivaldi desarrolló su obra en el periodo barroco, en el que la armonía ni por asomo era tan libre como en el siglo XIX. Aún así, con una orquesta no muy rica tímbricamente, ya que solo usa cuerdas, consigue crear efectos como truenos o lluvia con los cellos y contrabajos, trinos de pàjaros con los violines, o ladridos de perros con las violas. Con todo, aunque Vivaldi sea claramente un compositor barroco, no debemos dejar de tener en cuenta que los elementos descriptivos que utiliza se acercan (insisto, siempre dentro de su estilo y en su época) a los que pudieron usar los impresionistas.

Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os dejo unas curiosas versiones de estos conciertos de Vivaldi.



Vivaldi Winter - At Vance

domingo, 14 de septiembre de 2008

Epitalamio de Leodegundia


Como cierre del Códice de Roda (más completo en inglés), entre los textos navarros del mismo, se encuentra este canto a las bodas de doña Leodegundia, hija, con bastante probabilidad, de Ordoño I de León, con un rey de Pamplona, cuya identidad se desconoce, aunque bien podría ser, o bien García Iñiguez, o su hijo Fortún Garcés.
Como curiosidad, el canto es un acróstico, y tomando las primeras letras de cada verso, se puede leer: “LEODEGUNDIA PULCRA ORDONII FILIA” (texto en latín).
Por otro lado, el canto lleva notación musical en su primera estrofa, y se puede considerar el primer testimonio de “música nupcial” conocido, si bien, siendo su notación mozárabe, es indescifrable al día de hoy.


EPITALAMIO DE LEODEGUNDIA


(L) Brindemos con alegría por la gran Leodegundia, hija de Ordoño. Entónense en su honor, entre aplausos, dulces loas como sones de flautas.
(E) Digna de su óptima sangre real, orgullo del linaje de su padre y de la alta gloria de su ascendencia materna.
(O) Elogiemos con voces de himnos y suaves canciones sus ejemplares costumbres y su facilidad y erudición en las ciencias sagradas y profanas.
(D) En su rostro brillan el decoro y la modestia y da gracia a cuanto dispone con admirable orden..
(E) Dichoso el esposo que dispone la castidad de Leodegundia, grata a Dios y amada sin mácula.
(G) Alégrense las personas que forman su casa, y entonen cánticos con dulces voces y ritmos por su Señora.
(U) Para que alcance felicidad largo tiempo y se vea con hijos y nietos, alegría y buenas amistades, lo que rogamos reiteradamente a Dios.
(N) Y en loor de doña Leodegundia tañan los músicos las cuatro cuerdas de sus cítaras con bellas melodías.
(D) Que los habitantes de Pamplona canten a Leodegundia con un orfeón de insistentes voces en tanto que suenan las vibrantes liras y flautas.
(I) Renovad siempre su recuerdo, que ella os ama como si siempre os hubiese conocido.
(A) Exaltarla, amigos y parientes queridos, porque, como en hija predilecta, se manifiestan en ella el carácter y los saberes de su padre.
(P) Bellísima Leodegundia, escucha las melodías que con sus agradables instrumentos te dedican los que te sirvan, para que los atiendas.
(V) Piden , sierva de Dios, que seas dichosa y protejas a los huérfanos y a los pobres y resultes grata a todos tus súbditos.
(L) Que la luz de Dios caiga sobre ti y ahuyente las sombras pecadoras, y observes la Santa ley Divina.
(C) Resuene el conjunto coro para que ... Cause alegría a los que te quieren.
(R) Suena y se reproduce la canción y los versos musicales armoniosos y suaves en las salas de tu palacio real.
(A) Brilla tu hermoso rostro mientras los criados preparan las copas de ambrosía para la fiesta.
(O) Los próceres y los amigos se sientan junto a los reyes en la mesa cubierta de viandas deliciosas.
(R) En el preparado banquete el signo de Cristo bendice la viandas reales y también, piadosamente, las que como siempre van a ser destinadas a los pobres.
(D) Así las oraciones de los pobres que piden por los reyes son escuchadas por el Redentor.
(O) Vengan los coros ante los invitados y dediquen al Dios que nos da vida sus más amables melodías.
(N) No hay canciones groseras o escandalosas ni alegría de orgía. La fiesta se celebra entre laudos al Altísimo.
(I) Comiencen los cánticos vibrando las liras y los címbalos, y rindan sus primeros arpegios, que en el banquete se escuchan, en honor del Rey de los Reyes, que a todos nos rige.
(I) Y canten ahora con nuestros versos a la clara Leodegundia y al matrimonio que nos ha traído para todos.
(F) Que vivas feliz bajo la protección de Cristo, poseas tu reino sin adversarios y que nunca triunfen sobre ti los enemigos.
(I) Sigue la dulce ley de Dios ... que a los humildes y los mansos lleva el Reino eterno.
(L) Traspasa las puertas de la casa de Dios con humildad y piedad frecuentes y hazte pura con las lágrimas y oraciones dirigidas al Señor.
(I) Así, entre dulces cánticos, te reconfortarás con las palabras de vida del Redentor.
(A) Salve, doña Leodegundia, que Dios te proteja siempre y que después de larga vida alcances el Reino de Cristo con todos los elegidos.



Pérez de Laborda, Alberto. Guía para la historia del País Vasco hasta el siglo IX. Editorial Txertoa. Donostia -San Sebastián (Tomado de J.E. Casariego)

domingo, 7 de septiembre de 2008

El dintel de la iglesia de Gredilla de Sedano (Burgos)



En el centro del dintel aparece María, con la palma de su mano derecha levantada, en gesto habitual en vírgenes de anunciación, y con los dedos indice y medio de su mano izquierda extendidos, en idéntica postura que las vírgenes representadas en Santo Domingo de Soria o en el Convento de la Concepción, de Berlanga de Duero (Soria). Llama la atención su cabeza, ya que, como se puede observar en la foto, no corresponde a la figura original, estando su tamaño desproporcionado con el cuerpo.
A su izquierda, el Arcángel San Gabriel le anuncia la milagrosa concepción de Jesús, adoptando la habitual postura de genuflexión con la mano derecha levantada, intuyéndose el dedo índice extendido, en señal de comunicación. Al mismo tiempo, San José, que dormita, recibe en sueños la noticia del virginal embarazo de María, de manos del mismo arcángel.
Por encima de María, dos ángeles que, en la imagen original, depositarían sobre su cabeza una corona.
A izquierda y derecha de la escena aparecen San Pablo y San Pedro, respectivamente, en un segundo término, y con un tamaño considerablemente menor al resto de los personajes de la portada. Junto a San Pedro, a su izquierda, creo que hay un perro o león del que desconozco su sentido.
Lo curioso de la portada es cómo en la misma escena se representan tres asuntos teológicos diferentes: La Anunciación, la Coronación de la Virgen María y el Sueño de San José.
Sobre la oportunidad y los motivos de representar en una misma escena la Anunciación y el Sueño de San José, he encontrado esta interesante referencia acerca de un capitel de San Nicolas de El Frago (Zaragoza), en donde también aparecen ambas escenas en una:

El redactor teológico del Taller de Biota (Maestro de San Juan de la Peña o de Agüero) utilizó el Periphyseon de Eriúgena para crear esta iconografía. En concreto, ¿qué pudo leer en este libro para crear este capitel historiado?
“También el ángel dice a María: “el Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra”. Y el mismo ángel dice a José: “José, hijo de David, no abandones a tu esposa. Pues lo que en ella ha nacido proviene del Espíritu Santo”. Según estos testimonios y otros semejantes, ¿no se nos da a conocer y a creer que el Hijo, según la carne, ha sido concebido y ha nacido del Espíritu Santo?” (Juan Escoto Eriúgena, Sobre las naturalezas)
El teólogo redactor del Taller de Biota cree de tal manera en la autoridad espiritual de la palabra de Eriúgena que si éste había escrito: “Y el mismo ángel dice a José”, acabó creyendo que él no era nadie para ponerlo en duda. Su magnífica escultura así lo demuestra
.”

Por otro lado, siendo comunes las representaciones de la Anunciación y la Coronación de la virgen en el románico, no lo es tanto que ambos momentos se representen en la misma imagen. De hecho, parece ser un motivo iconográfico típicamente hispano, pues más allá de los Pirineos no se conoce, en el arte románico, este tipo de representación combinada, que será adoptada posteriormente en Europa.
Según los expertos, este tipo de escenas, donde se fusionan Anunciación y Coronación, tendrían su origen y precedente en el relieve que, con este doble motivo, se conserva en el claustro del Monasterio burgalés de Silos.Partiendo de este centro irradiador, la composición será imitada en diversos pueblos castellanos, navarros, alaveses y riojanos, durante la segunda mitad del siglo XII.
Sobre el tema, hay un interesante y completo artículo en red.