domingo, 22 de febrero de 2009

Breves extractos sobre paleografía del siglo III


Ante la constatación de la evidente existencia de emes de ángulo alto en la epigrafía monumental de la Península Ibñerica en el siglo III (hay bastantes más ejemplos de los que yo puse), me ha picado la curiosidad, y he indagado un poco en el tema.
Si os interesa, os recomiendo la lectura de:
Núñez Contreras, Luis
Manual de paleografía :fundamentos e historia de la escritura latina hasta el siglo VIII; bibliografía de María del Carmen Lozano Sánchez ; prólogo de Josefina Mateu Ibars
Editorial: Cátedra, D.L. Madrid 1994

Es un texto que se puede leer parcialmente en red, aunque tampoco creo que sea dificil conseguirlo en bibliotecas. Yo lo he encontrado en la Biblioteca Municipal de Bilbao sin problemas.
Como curiosidad, me gustaría señalar que el tipo de escritura de la mayoría de los ejemplos que puse sobre emes de ángulo alto de los siglos V y VI, está perfectamente tipificado y se conoce como escritura capital "hispano visigoda”. (Luis Núñez Contreras, 1994, pp.367 a 393)
Para animaros a la lectura del libro, os dejo unos párrafos del mismo, sobre paleografía del siglo III, que me han parecido especialmente interesantes:
El que denominamos periodo nuevo o postclásico de la escritura romana se inició a partir del siglo II y finaliza con la etapa romana de la escritura latina.
De entrada, se caracterizó por una profunda metamorfosis en la escritura y por la consiguiente presencia de nuevas grafías que fueron desplazando progresivamente a las del sistema clásico. Lo más relevante de la metamorfosis es sin duda la aparición de la escritura minúscula en la escritura latina”
(Luis Núñez Contreras, 1994, p.259)
El cambio producido en la última etapa de la escritura romana se ha convertido en el centro de interés de los estudios paleográficos y sin embargo no se han podido aclarar totalmente ni sus causas, ni su proceso; y lo que de ello se ha podido aclarar no satisfizo a todos los paleógrafos, si bien todos han estado de acuerdo en que coincidió con una de las mutaciones más decisivas del mundo antiguo y en que no significó ni decadencia ni menos involución, sino todo lo contrario:“En el siglo III el sistema de la escritura romana... se hace extraordinariamente más rico y complejo en la morfología de los signos y en la estructura, aparece articulado en una varia y viva dialéctica de tipos gráficos, los cuales darán vida a todas las formas de la historia ulterior de la escritura latina.” (Casamassima, E., “Varianti e cambio grafico nella scritura dei papiri latini”, pág. 11)” (Luis Núñez Contreras, 1994, pp.259 y 260)
Como es frecuente en la historia de la Paleografía de la últimas décadas , dos escuelas disienten entre sí, no ya sobre determinados aspectos, incluso, en concreciones sobre le palnteamiento global del tema: la escuela francesa y la escuela italiana.” (Luis Núñez Contreras, 1994, p.260)
“Para Robert Marichal (de la escuela francesa), la transformación que condujo al sistema nuevo lo fue en manos de escritores, sabios, copistas de libros, de modo insensible, a causa de un hecho técnico: particularmente, el paso del volumen al codex, cuando el papiro fue sustituído por el pergamino, cuya hoja permitía una movilidad entre las manos que no era posible al escribir en un rollo de papiro desplegado sobre las rodillas.” (Luis Núñez Contreras, 1994, p.263)
Sin embargo, para la escuela italiana:
El cambio, cuando -cual es el caso de la escritura del periodo nuevo romano- invierte la estructura esencial de las letras, se debe a la alteración, a la innovación del sistema por aquellos que tienen en sus manos la plena posesión del medio técnico y el uso constante de la escritura; la sede del cambio debe ponerse en la escritura cursiva, pero no la escritura cursiva de los ¿escribas lentos? (traducción personal del griego, seguramente errónea, pero creo que, en el contexto, se entiende), que no hace historia sino la empleada frecuentemente, a diario por los funcionarios, por los profesionales de la escritura y por los que enseñaban a escribir.” (Luis Núñez Contreras, 1994, p.265)
En el siglo III se produce otro fenómeno, en estrecha relación con la propagación del cristianismo y la evangelización, y que el autor del Manual de Epigrafía pone de relieve:
Los editores de la serie The Oxyrinchus Papiri, Bernard Pyne Grenfeel y Arthur Surridge Hunt, con la denominación BiBlical type, Biblical uncials se refirieron a una escritura griega que, aunque se encuentra en su más cumplida ejecución en códices que contienen textos bíblicos, no les fue privativa; más aún: ni tan siquiera fue patrimonio exclusivo de códices transmisores de textos sacros pues que se halla en los de contenido literario e incluso en documentos.” (Luis Núñez Contreras, 1994, p.272)
Por lo que respecta a la escritura documental, no faltan ejemplares en los que aparecen las escrituras griega y latina, y papiros cancellirescos hay, unos en griego y otros en latín, cuyas escrituras ofrecen trazos estilísticos comunes. Sin entrar aquí en las posibles dependencias de una escritura respecto a la otra, el hecho debe ser tenido en cuenta. A este respecto escribe Robert Marichal: “En las escrituras de cancillerías, desde el siglo III, antes de que las cursivas latinas se volvieran minúsculas, las dos escrituras parecen confundirse sin perder sus ductus propios. Más tarde los ductus se cambian -y aquí el griego parece dejarse invadir por el latín- hasta el punto de que podría decirse que no hay ya más que una escritura que es ora de expresión griega, ora de expresión latina, un bilingüismo gráfico. Pues bien, es en el siglo III cuando los griegos, en número bastante grande, comienzan a dedicarse a los estudios latinos y jurídicos a fin de hacer carrera en la administración, y las más antiguas minúsculas que poseemos son en su mayor parte obras jurídicas y obras escolares el resto. Es también a partir del siglo III cuando la lengua litúrgica cristiana en Occidente pasa a ser el latín, ya no el griego. En una palabra, si las dos escrituras se aproximan, si el griego, aun sufriendo la presión del latín, influye sobre él a su vez ¿no sería porque los latinos no es que se pusieran a escribir en griego, sino porque los griegos se pusieron a aprender latín?”.” (Luis Núñez Contreras, 1994, pp.274 y 275)
En el mismo manual, de Luis Núñez Contreras, aparece una copia parcial del Canon de la mayúscula bíblica , descrito por Giuglielmo Cavallo, y casualmente, entre las letras descritas, se encuentra la “M”, con dos modelos. Uno, con el vértice del ángulo central de la letra hasta el pie de la caja, y el otro, con este vértice elevado.
Entre los textos más antiguos y representativos de esta “mayúscula bíblica” se encuentra el Codex Sinaiticus (en griego), fechado en la primera mitad del siglo IV, y donde el empleo de la “M” de ángulo alto parece mayoritario, según se puede observar en la imagen.
Y para terminar con la selección de textos:
Sea cual sea el punto de vista que se adopte para explicar la metamorfosis, la transformación o el cambio en la escritura romana en el periodo nuevo, resulta incuestionable que para el siglo III puede hablarse de una escritura “minúscula primitiva”, que se ha denominado también “semiuncial arcaica”, de carácter mixto, no sujeta a reglas precisas, sino más bien producto de escrituras con tendencias comunes, que pudo responder a la necesidad de llenar el vacio entre la libraria y la documental y también al propósito de los que escribían de tomarse alguna libertad según el contenido, la finalidad y el destinatario de lo escrito.” (Luis Núñez Contreras, 1994, p. 275)

lunes, 2 de febrero de 2009

La escultura en la iglesia de San Nicolás de Bari, Bilbao - El retablo de San Blas

Los retablos colaterales y de los pies son iguales entre si y muy similares al mayor, variando únicamente entre ellos los programas iconográficos. La planta repite las curvas y las tres calles, aunque ahora en vez de un piso hay dos. Las pilastras vuelven a ser estriadas y de capitel mixto, ornamentadas con guirnaldas, rocalla y flores. El ático está cerrado en los cuatro retablos por unos mancebos, cubiertos a su vez por una boveda de horno adaptada a la arquitectura.
En los extremos del primer piso tenemos a San Francisco Javier y a Santa Rita flanqueando a San Blas, mientras que debajo del ático vamos a encontrar un relieve que representa el milagro de la espina. Flanqueándolo encontramos dos lienzos de San Carlos Borromeo y San Francisco de Sales, que al igual que en los otros tres retablos son atribuídos a Ildefonso Bustrín, el más destacado pintor del momento1.



San Blas es muy parecido en la postura a San Nicolas (tal vez debido a la ostentación del mismo cargo episcopal), respirando al igual que éste cierto barroquismo. Los pliegues de la ropa son más movidos, dibujando las arrugas con gran maestría. Contrastando con esto, encontramos un rostro severo y delicado. Es un ejemplo claro de como Mena es capaz de conjugar en una misma escultura teatralidad y mesura, barroquismo y academicismo. San Blas se muestra con una gran convicción, convirtiéndolo en un claro objeto de devoción para los fieles: todos los 3 de Febrero la iglesia se colapsa para recibir la bendición del santo el dia de su fiesta. Acompañandolo encontramos a San Francisco Javier y Santa Rita. El santo se encuentra también en un estilo de transición. La teatralidad de la mano con la cruz se completa con la postura del cuerpo. El detalle en el ropaje es muy elevado, con un nudo muy detallado en la cintura. Santa Rita repite las características de su pareja. Todo el movimiento y la teatralidad barrocas se ven acompañadas por una suavidad y mesura que dejan a la vista un claro estilo de transición.
1Santisteban Zorrozua, Julen – pag. 348

Bibliografía


ZORROZUA SANTISTEBAN, JULEN; El retablo barroco en Bizkaia. Departamento de Cultura de la Diputación foral de Bizkaia. Bilbao. 1999.