sábado, 18 de abril de 2009

La escultura en la iglesia de San Nicolás de Bari, Bilbao - El retablo de San Crispín y San Crispiniano

Escoltando a los dos soldados romanos, patrones de los zapateros, encontramos a Santa Apolonia y Santa Bárbara. En el medallón de este retablo aparece representado el martirio de los protagonistas del retablo, y en los lienzos los bustos de Santa Águeda y Santa Lucía. De este retablo ha sido imposiblo obtener fotografía, ya que esta siendo restaurado.





San Crispín y San Crispiniano son muy parecidos entre si, con su uniforme romano y sus palmas de mártires. Aquí se ve bien reflejado el clasicismo aprendido por Mena, algo que ya había ensayado en su escultura de Liuva I, realizada para el Palacio Real. A pesar de ello, las gesticulaciones, el naturalismo y el movimiento producido por los cuerpos siguen mostrando esa imaginería tradicional del barroco. Mena va a estar en todas las esculturas de esta iglesia a caballo entre el movimiento barroco y la mesura clásica y académica. Los jovenes rostros de los mártires estan comunicados aunque no se miren, como si de una comunicación espiritual se tratara.





A los lados de los soldados encontramos a Santa Bárbara y Santa Apolonia. La primera es un ejemplo claro de la destreza que tenía Mena para desarrollar su hermoso canon de belleza. Aquí se ve a un escultor conocedor del arte antiguo, pero sin descuidar la identidad tradicional de la obra. La santa no llega a agarrar la palma, sínbolo de su martírio, pero el escultor es capaz de transmitir la espiritualidad con la mirada y la ampulosidad de los plieges en la telas. La torre, además, aporta una sensación de pesadez que consolida a la santa. Su compañera de retablo, Santa Apolonia, transmite la misma sensación: la espiritualidad no es transmitida por los simbolos sino por su mirada y vestimenta. De nuevo el realismo (sobresaliente en los pies) se combina con la sobriedad académica.




miércoles, 15 de abril de 2009

La escultura en la iglesia de San Nicolás de Bari, Bilbao - El retablo de la Piedad

La hermosa figura de la piedad aparece flanqueada por San José y San Antonio de Padua, mientras que en el segundo piso el relieve contiene a las ánimas del purgatorio, protegidas por los lienzos de María Magdalena y San Juan bautista.



La Piedad es seguramente la figura con mas valor dentro de esta iglesia, conjunto por su parte de gran tradición en la Semana Santa Bilbaína. Inspirada en modelos italianos recuerda a la cartagenera Virgen de la Caridad, realizada por el napolitano Giacomo Colombo. Es convincente, con un dolor contenido e íntimo muy distinto al dolor de las piedades del XVII. Destaca la belleza clásica, la suave morbidez, que como dijimos respecto de la arquitectura, hace presagiar el cambio estilístico del barroco - rococó hacia el neoclasicísmo. Relacionada con este aspecto de la transición estilística hay que citar la Dolorosa conservada en el Museo de Bellas artes de Bilbao, también con un dolor contenido e íntimo. El Cristo muestra un rostro dulce y pálido. Aunque se aprecia un gran academicísmo en esta obra, Mena no acaba de abandonar sus raíces barrocas.



Junto a esta Piedad encontramos a San José y San Antonio de Padua. El San José es muy parecido al de Burgos o al del Convento de Clérigos Menores de Madrid. Parece que Mena crea aquí un tipo que repetira varias veces, dejando ver incluso una especial devoción por este santo1. Tanto el niño como el padre muestran una serenidad y reposo típicos del autor. El San Antonio presenta bastantes similitudes con su compañero de retablo. Fue un personaje que causo también gran atracción sobre el escultor y además permite aventurar (sin documentación) hipóptesis sobre la posible autoría por parte de Mena de otras esculturas con la misma temática. En los dos casos, junto al niño encontramos a un hombre joven y amable. Cabe destacar como uno de sus mejores niños el realizado para la parroquia de San Antón en Bilbao, cercana a ésta de San Nicolás. En este caso el niño representa a Jesús, que se encuentra entre los brazos de San Antonio. Este conjunto es una de sus obras maestras, una escultura que se encuentra entre las mejores de las dedicadas a este santo. Rematando el retablo se encuentran las dos virtudes, entre las cuales Mena ha conseguido crear comunicación.




1Pérez de Domingo, Lorenzo - pag. 203